SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
En la reciente ceremonia de entrega de los premios Goya celebrada en Valladolid, ha sido notable la presencia de la premiada de honor, Sigourney Weaver. Afirmó la actriz norteamericana que con ella recogiendo el premio debiera estar la dobladora habitual de su voz en sus películas en español, la actriz de doblaje Luisa Solá, porque como “me dijo mi amigo Bill Murray, mi actuación es siempre mejor doblada al español”, aseguró mientras recogía la estatuilla´.
Y me pareció un baño de realidad para todos esos culturetas que presumen de ver las películas en versión original por el hecho de advertir que un buen doblaje puede dar incluso más calidad al trabajo actoral original. La histórica cerrazón española a aprender otros idiomas, que las generaciones actuales van superando, ha convertido España en un paraíso del doblaje y de la traducción literaria.
Al igual que ocurre con determinadas películas, donde la muleta del doblaje es capaz de mejorar ciertas interpretaciones, pasa lo mismo con la traducción literaria. La célebre frase italiana “traduttore, traditore” (traductor, traidor), hay que ponerla también en cuarentena porque el trabajo de interpretación de un libro que se realiza en la traducción, en no pocas ocasiones es capaz de mejorar la calidad literaria del original. Y es que hay traductores muy buenos capaces de traducir libros muy malos.