Juan José Alonso Perandones – La Tolva
Desde los restos del hospicio, de su capilla y el edificio que albergaba a las monjas y a las niñas, al otro extremo de la ciudad donde confluyen las dos carreteras nacionales, es decir, de suroeste a noroeste, un eje de murales sobre medianeras, elaborados con la técnica del grafiti, se ha venido incorporando al acopio artístico de la ciudad. Al primer mural histórico y patrimonial, en 2013, sito en la Estación de Autobuses, lo vienen acompañando otros con escenas pictóricas de cofrades y la Manola, sobre las cajilleras, la guerra contra los franceses, la degustación de la cecina, la reivindicación feminista, la cinematografía con Chaplin; y ahora la festividad astur-romana con el césar, el caudillo y la urbe cercada. El primero obra de Uribeondo, el de la niña que reivindica su futuro, de Carla Lozam, y los seis restantes de Da2.0. Para las imágenes han recurrido a dibujantes, como Jaíllus, a antiguas fotografías, al filme, o a la arqueóloga municipal. Bien merece este arte callejero su ruta, tan saludable como la trajinada del colesterol: parte uno del romántico Jardín, se adentra por la rúa peregrina de Pío Gullón, se encamina hacia la plaza Obispo Alcolea, sigue por la calle de los asedios napoleónicos, disfruta de los ábsides palatino y catedralicio, baja a El Melgar, y anda que te anda hasta llegar a la contemplación final, y a embriagarse con el olor a mantecada y hojaldre de La Mallorquina.