J.J.A. PERANDONES – La tolva
Es la ciudad en verano un reclamo, un frenesí: para congresos, presentaciones de libros, ferias y mercados, fiestas históricas y patronales. Esta transformación, que afecta a la compra y a la circulación, se va acusando al tiempo que la despoblación. Es un retorno con billete de vuelta, en el que se mezcla el cariño a la tierra de nacimiento o de los padres con, no pocas veces, cierto afán de notoriedad, pues ya se sabe que en las grandes urbes solo los genios, los futbolistas y la farándula merecen la atención del común. Ante cualquier desconocido, con el que un astorgano trabe accidental conversación, en Madrid o París, presumirá de la fecunda historia y patrimonio de la ciudad y comarca. Si es una persona cultivada, en la cultura o los oficios, podrá organizar o colaborar en cualquier empeño; que un congreso de música, pues no faltan célebres músicos, que otro sobre enseñanza, gramático ha tenido desde la antigüedad, que se pretende ahondar en el papel de la Iglesia en el patrimonio y la sociedad, desde el siglo III cuenta con comunidad cristiana. Incluso en el arte de la pesca ha sido maestra, con Juan de Vergara y el «Libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas»; tratado original del que se encaprichó Franco y, qué lástima, este año que cumple 400 años no aparece por ninguna parte. La despoblación aumenta, los nacimientos disminuyen y la ciudad y comarca en verano bullen en un frenesí.