Marco A. Macía – Pasando el Puerto
El artista César ha acertado, una vez más, con la elección del cartel de fiestas. Pocos elementos son más evocadores de las ferias que los gigantes y cabezudos. Tanto alunir con los primeros recuerdos de infancia aquellos días de sudor, escobazos y tamboril correteando por las calles como por la descripción tan realista del sentir astorgano. Porque en el fondo y en la forma eso somos: gigantes y cabezudos. Y no solo en la semana de fiestas. Paradójicamente, lo de gigantes sea más difícil de percibir puesto que tiende a esconderse tras la grandonería, que no grandeza, mal disimulada del orgullo de sentirse custodio de lo mejor. Los gigantes, a pesar de su tamaño, van por dentro y no hay astorgano que no sienta la desproporción de su tierra y el ingrato tratamiento que recibe:evidente al ver cómo crece en verano y decrece con el frío en gráfico ejemplo de adaptación térmica. Y lo de cabezudos, que no cabezones, es evidencia descriptiva. A pesar de los escobazos capaces de doblegar al más pintado aquí sigue la ciudad buscando su esperanza tras cada propuesta. Con el cabezudo enroscado a la cabeza y enredándose con el vestido largo al coger velocidad. Es una forma de indicar que sigue viva. En definitiva, que César ha tenido el acierto de realizar una foto fija de la ciudad y no sólo un cartel festivo. Pues a ello: a crecerse y a repartir estopa.