J. J.A. PERANDONES -La tolva
Horizontalmente, contamos con imágenes pintadas en bajas paredes para completar espectaculares murales, plasmados en grandes medianeras verticales. Son como el patito feo del grafito, que apenas atraen la atención y, sin embargo, no menos sugerentes que las habilidosas cajilleras y los embravecidos soldados con la Cruz de Borgoña en calle Los Sitios; o que el niño John abrazado a Charlot al costado de la desaparecida capilla del hospicio. Dad2.0 dejó su impronta en esa trotada bicicleta, bajo los fusiles que escupen fuego, y en el bombín como tirado al aire antes de estrechar al niño huérfano. Es martes de mercado agosteño, por el corredor desde los taxis a la revalorizada calle y lienzo de la capilla catedralicia discurren muchos comarcanos y visitantes, algunos pasan en bicicleta, muchos se cubren con viseras para aliviarse de un sol de justicia, pocos con sombreros blancos, de los bazares chinos; nada que ver con la distinción de aquellos de la tienda de Durán en la calle Lorenzo Segura. Las bicicletas de ahora están diseñadas para que el ciclista forje figura y luzca como un pimpollo; la del mural bien pudo servir para llevar a la familia a bañarse a La Forti, con un niño en la barra y la esposa y otro pequeño sobre ella en el trasportín. Nos rememoran la trajinada bicicleta y el bombín de Chaplin el gusto y costumbres de una época. Esta nuestra será, en un mural venidero, también, sugerente antigüedad.