Pasando el puerto – M. A. Macía
Entre la montonera de noticias intrascendentes que llueven a diario sobre las cabezas ha pasado desapercibida la esencial. Enterrada entre valoraciones de las fiestas, erráticas opiniones sobre noches flamencas fugaces, dispersa con el humo del peregrino pirómano, la granizada de Manzanal o el reconocimientos a meritorios húsares no ha tenido la relevancia apropiada que Mercadona esté ampliando el supermercado. El asunto está caliente. El temita se las trae. Mercadona mete metros a su tienda y la comarca disfrutará de pasillos más anchos, zona de refrigerados espaciosa, confortable espera frente a la charcutería al corte y expositores de mariscos frescos y cocidos donde engancharse con la señal convenida a partir de las siete. Si en el antiguo supermercado era fácil coincidir con tu ex, en éste más grande desaparecerá el riesgo y puede armarse la mundial a poco que los carros golpeteen sutilmente frente a los botes de garbanzos y tras el provocador tintineo, quién sabe, arrancar a toda prisa para Cuca La Vaina y coronar la faena con un cocido completo. Mercadona conoce el potencial maragato y las obras subrayan la apuesta de la marca para quitar el hambre de la contorna. Y justo las obras se inician cuando el asunto trasciende y no se habla de otra cosa. Es una señal inequívoca. El empujón que Nieto necesitaba para subir el censo.