Eduardo Sáez – Sin Pasión
La realidad desborda nuestra capacidad de nombrar las cosas. Lo que antes eran neologismos adoptados casi siempre por esnobismo, hoy son definiciones que se hacen precisas para definir nuevas situaciones.
Aunque la prensa económica anglosajona (la única extranjera que puedo leer por mis limitados conocimientos idiomáticos) lleva tiempo hablando de greedinflation, no ha sido hasta hace poco más de un mes cuando he leído una transposición al español. Un economista particularmente crítico al tiempo que brillante, Yago A. Barba, ha traducido literalmente el vocablo inventado por el Financial Times: avarinflación. Así, como suena; inflación producida por la codicia.
Yago A. Barba sostiene que los medios españoles no se han atrevido a decirlo hasta ahora porque viven cautivos de sus anunciantes, de esas grandes operadoras energéticas, de telecomunicaciones o de la distribución que riegan con su publicidad los medios que nos ¿informan? Perro bueno no muerde la mano que le da de comer.
A lo más que se había llegado es a escribir «excusaflación» para bautizar las explicaciones de por qué quienes manejan el mercado nos suben los precios sin duelo ninguno. Pero siempre rebajando el tono. No vaya a ser que el anunciante se enfade por decir la verdad. Ya lo dijo aquel ministro de Economía llamado Rodrigo Rato que acabó en la cárcel: «es el mercado, amigo».