PIEDRA DE AFILAR – Enrique Ramos
El árbitro obligó el día 26 a avisar por la megafonía de La Eragudina de que no se permitían insultos racistas desde la grada y que el club se exponía a sanción. Singular norma, porque en la propia Eragudina, ese día se acordaron de las madres del trío arbitral y de la plantilla del Mirandés B en infinitas ocasiones. Decimos «hijoputa» pero no se puede decir “negro” ¿Y si al futbolista le dicen “hijo de negra”? ¿Está permitido?
Urge más literatura en la grada. Que Astorga vuelva a ser reconocida por cabezas que piensan en lugar de, como ocurre últimamente, por las que embisten. Un servidor ha escuchado en una tribuna de Primera recriminar lentitud al propio ofreciéndole “un calendario para cronometrarte”, apelar al árbitro con un “semental, qué miedo me da tu pito” o invocar a Hierro tras una tarascada a un delantero rival “así me gustan a mí los carniceros, Fernando: a pelo y sin machete”. Es el camino