Pasando el puerto – M. A. Macía
Las noticias caducan pronto porque la actualidad tiene una voracidad insaciable. Por esa razón se ha convertido en estrategia de comunicación, o más bien de no comunicación, la técnica de los estratos también conocida como de la lasaña. Esto es, tapar con un asunto diferente aquello que capta la atención del momento. Si el nuevo asunto -estrato, carne picada o bechamel- es aún más explosivo que aquel que cubre pues mejor. La cresta de la ola, la actualidad vertiginosa, sólo puede ser ocupada por un único surfista. Lo saben los asesores de comunicación y, consecuentemente, es una herramienta que bien utilizada obtiene resultados sorprendentes: lo relevante pasa a segundo plano y de ahí al silencio. La frenética batidora de las novedades no deja tiempo para la reflexión y en ese ruido atronador, algunos teóricos lo clasifican como atontador, cuenta con la ventaja del olvido. Saben que no recordamos qué cenamos ayer y es imposible seguir un asunto hasta el final. Pero si hiciésemos una leve parada o fuésemos perseverantes tirando de un mismo hilo concluiríamos que estamos rodeados de extraterrestres. O de superhombres. De personajes, en fin, capaces de estar en misa y repicando. De maestros multitarea para todas las salsas. Efectivamente, pienso en la ministra Montero que a sus múltiples carteras ministeriales suma el mando de la reconquista socialista desde el sur. Sin despeinarse, chiqui. Y tú pensando que no te da la vida.