SIN PASIÓN – Eduardo SÁEZ
La protesta de los agricultores que ha pillado a contrapié a mucha gente, está dando para gloriosas recogidas de cable y sospechosos alineamientos: el consejero de Agricultura va con ellos; el delegado del Gobierno después de decir que eran grupúsculos convocados por la extrema derecha, se ha alineado con sus peticiones, los sindicatos agrarios a los que pillaron mirando para otro lado no han tenido otra que sumarse, y así sucesivamente.
En todo esto, me llaman la atención dos posturas: el consejero de Agricultura y el representante del Gobierno en esta comunidad, tienen en sus manos boletines oficiales y pueden producir normas para que la justicia que se demanda en la calle sea efectiva, pero es más fácil subirse al tractor, surfear en la ola dominante y eludir la responsabilidad de hacer en el despacho que la calle no arda.
Me recuerda a una ministra de Agricultura de final de los 90. Loyola de Palacio se llamaba y ante una oleada de atentados de agricultores franceses contra transportes españoles de productos agroalimentarios, la señora, que tenía el boletín en la mano de aquella, en lugar de dictar normas, invocó a un boicot de los productos franceses. A los pocos años de cesar como ministra y salir del foco público, falleció de modo desgraciado y prematuro. Para sorpresa de nadie, una de sus esquelas en la prensa nacional estaba pagada por el gran banco francés BNP, ¡del que la Agustina de Aragón del agro hispano había acabado de consejera! Cuidado con los caudillos, que entre el honor y el dinero, lo segundo siempre es lo primero.