Cáritas Diocesana de Astorga presentaba este miércoles su memoria del pasado año en el que la institución, a través de sus diferentes programas, atendió en toda la Diócesis -y también fuera de ella a través de sus proyectos de cooperación internacional- a 7.260 personas, destinando para esta atención más de 3,5 millones de euros. Aunque se aprecia un descenso frente a los datos de 2022 -con 8.589 personas atendidas- esta caída se debe más a las campañas internacionales y no a la atención en el territorio diocesano donde, por ejemplo, el pasado año llegaron hasta el programa de acogida y atención primaria un total de 2.443 personas frente a las 1.886 de 2022, destinando casi 330.000 euros.
Más de 180 menores formaron parte el pasado año del programa de infancia y juventud y el programa amanecer, que atiende a mujeres en contexto de prostitución, alcanzó las 242 participantes. En el apartado de empleo, se atendió a casi 550 personas consiguiendo 93 inserciones laborales. En lo que respecta a los centros asistenciales, la Casita de San José alcanzó los 250 participantes atendidos destacando un aumento en el número de mujeres sin hogar. A este centro asistencial se destinaron casi 83.000 euros pero sigue siendo el centro las Cinco Llagas, con sus 48 residentes, el que se lleva la mayor parte de los recursos de Cáritas con una inversión que alcanza casi 1,4 millones de euros (entre subvenciones, fondos propios y la aportación de los usuarios). En el Hogar 70 de Ponferrada se atendió el pasado año a 76 personas y en el apartado internacional se destinaron 65.000 euros para el proyecto de Kilela Blanda (con 2.030 personas atendidas) centrado especialmente en la educación y la mejora de las infraestructuras en proyecto en el Congo. Casi 40.000 euros se recaudaron para ayudar a los damnificados de los terremotos de Marruecos, Turquía y Siria y casi 5.000 se enviaron para ayudar en el conflicto de Ucrania.
El Obispo de Astorga, Jesús Fernández, agradeció la labor que realizan los 195 voluntarios y los 114 trabajadores y 10 técnicos de Cáritas Diocesana. El prelado asturicense recordó que Cáritas está «donde se necesita y sigue trabajando para acabar con la injusticia y conseguir la inclusión social en un mundo en el que parece que todos miran hacia otro lado». Por ello, animó a todos los cristianos a «ser corresponsables» y a colaborar con quiénes más lo necesitan con sus aportaciones y su tiempo porque «se siguen necesitando socios y voluntarios».
La directora de Cáritas Diocesana, Inmaculada del Peso, explicó que los esfuerzos, tras la constitución ya de 10 equipos de caridad en las UPAS, están centrados además en elaborar un plan estratégico que marque las pautas de trabajo de los próximos años -en cuanto a funcionamiento, comunicación, implementación de los distintos programas- teniendo en cuenta las necesidades planteadas por la comunidad cristiana y «poniendo a las personas en el centro». También planteó la necesidad de aumentar el número de socios «para lo que se harán distintas campañas de concienciación».
En el caso concreto de la ciudad de Astorga, el responsable de Cáritas en nuestra ciudad, José Manuel Rivero, señaló que el principal problema, además de la soledad de los mayores, sigue siendo la cronificación de la pobreza ya que «tenemos personas que acuden a nosotros casi todas las semanas porque les cuesta salir de esa espiral, especialmente a los inmigrantes que no tienen otros apoyos». En Astorga hay un grupo estable de unos 30 voluntarios que «estamos para atender y escuchar a todo el que lo necesita» y el pasado año el programa de alimentos en nuestra ciudad llegó a 130 familias, casi 350 personas, y el de infancia cuenta con un grupo de una decena de menores. El programa de entrega de alimentos va a cambiar a «tarjetas monedero» que gestionará Cruz Roja pero Cáritas Diocesana seguirá prestando su ayuda a los que queden fuera de este nuevo sistema.