Ricardo Magaz – La Espada y la Pluma
Corto Maltés, el personaje de cómic creado por el historietista italiano Hugo Pratt en 1967, es un tipo lacónico, altura notable, delgado, de cabello oscuro, patillas largas y semblante parco. Nunca se desprende de su gorra de marinero. Hijo de un navegante de Cornualles y una gitana pitonisa de Sevilla, tiene para mi gusto una pega acaso perdonable, la nacionalidad británica.
Corto es un capitán de barco carismático, enigmático y con una moral flexible. No se trata de un héroe tradicional; actúa según sus propios códigos y principios. A menudo se describe como un romántico y un cínico a la vez, capaz de mostrar tanto un corazón noble como una indiferencia fría.
Las andanzas de Corto Maltés son una mezcla de historias de aventuras clásicas, realismo mágico y exploración histórica. Su padre real, Hugo Pratt, le incorporó elementos mitológicos y literarios, lo que da a sus narraciones una profundidad única.
Sin duda, Corto Maltés ha dejado huella en la cultura del cómic. Es considerado uno de los personajes más emblemáticos del medio, que ha influido decisivamente en numerosos artistas y escritores.
Si levanto la vista de mi mesa de trabajo, justo enfrente, cuelga en la pared el retrato de Corto Maltés de su álbum “La balada del mar salado”. Seguramente cuando redacto esta columna y me mira lacónico desde arriba, piensa aquello que dijo Allan Poe de que quien observa termina por ver la verdad.