El goteo de empresarios a los que el Ayuntamiento adeuda facturas es incesante -y no tiene visos de parar-. Desde la denuncia la pasada semana del empresario que suministró los generadores y el gasoil para dar luz a los Pabellones del Oeste -al que se le deben nada más y nada menos que 67.000 euros- a la que se sumó después otra empresa de Orense con una factura pendiente de 16.000 euros por las carrozas de la Cabalgata de Reyes, otros empresarios de la ciudad han decidido alzar la voz para poner sobre la mesa los impagos del equipo de gobierno además de su prepotencia y malas formas.
En esta ocasión ha sido el veterano relojero Ramón Díguele que ha denunciado al Consistorio porque no le han abonado facturas por valor de casi 20.000 euros por las tareas de mantenimiento y arreglo del reloj del Ayuntamiento hasta febrero de este año. «Llevo 50 años encargado del reloj de la Casa Consistorial y jamás he tenido ningún problema con ningún alcalde de ningún signo político y nunca me han rechazado facturas, hasta ahora que no solo no me quieren abonar mi trabajo sino que además no paran de darme largas, pasarse la pelota de unos a otros sin conseguir que el alcalde me reciba», apuntó el relojero a esta redacción.
Díguele ha explicado que «siempre he cobrado a año vencido» y el importe era de 3.000 euros al año además de las piezas y mecanismos que hubiera que instalar en un reloj que es un símbolo de la ciudad y que instalaron él y su padre en 1974. En el mes de febrero, a la vista de que no iba a cobrar ni había intención alguna de arreglar el problema «dando la callada por respuesta y largas y más largas», decidió dejar de realizar esas tareas de mantenimiento que «el reloj necesita porque en cualquier momento la maquinaria se puede estropear», afirma el relojero con seria preocupación porque «iba unas tres veces a la semana porque hay que engrasarlo, ajustarlo y ponerlo a punto».
El Ayuntamiento le remitió una carta en la que le indicaba que esa factura de 19.194 euros no se le iba a abonar al carecer, según indicaban, de expediente de contratación cuando sí hay un contrato, que además se actualizó en el año 2000. Ramón incluso llegó a proponer al PP la actualización del contrato y su revisión si era necesario sin encontrar disposición por la otra parte dejando en febrero de realizar su trabajo, un trabajo con dedicación casi las 24 horas «ya que siempre que le ha pasado algo al reloj me han llamado y he acudido, a cualquier hora del día o de la noche», afirma.
A la vista de los acontecimientos, ha llevado el caso a los tribunales e incluso le daba al Ayuntamiento un plazo de 30 días para solventar el problema ‘perdonando’ los intereses de demora que le correspondían. «Ha pasado ese tiempo y nada, las facturas han sido rechazadas y esto se resolverá en los juzgados porque no pedimos limosna sino lo que corresponde por el trabajo realizado», apunta Ramón Díguele que no ha dudado en denunciar además las «malas formas, soberbia y prepotencia de varios concejales del equipo de gobierno porque se iban pasando la pelota de Julián García a Borja González -que debe ser el secretario de Nieto- e incluso me han llegado a decir que soy demasiado mayor para subir al reloj a hacer mi trabajo».
El relojero manifestó que «no tengo ningún problema que saquen el contrato a licitación o lo que les venga en gana, siempre que me paguen por mi trabajo» pero dejó claro que «hay pocas personas en este oficio que sepan mantener y arreglar un reloj de estas características y seguro que las facturas serían mucho más elevadas ya que cualquier empresa cobraría por cada desplazamiento hasta Astorga». En último término, recalcó su preocupación por el reloj que «está sin mantenimiento o sabe Dios quién le está metiendo mano a un elemento que es una joya de la ciudad y que cuando se estropee se llevarán las manos a la cabeza y el arreglo será muy costoso».
En la jornada de este jueves hemos sabido además de otra empresa local, en este caso una imprenta, a la que el Ayuntamiento le debe 3.000 euros por los calendarios municipales de 2023. Según aducen, la excusa para no pagar es que «hay que llevarlo a pleno» y todo son «buenas palabras y ningún hecho por parte del concejal Tomás Valle».