J.J.A PERANDONES – La tolva
En la avenida capitalina de Ordoño II, cada uno de los 19 reyes considerados como privativos leoneses cuentan con un hito, y un código de barras para recabar con tu telefonillo información de su reinado. Abarcan desde el año 910 a 1230, y la pretensión municipal con esta difusión no es ajena a la justificación histórica para la reivindicación de propia autonomía. A cuantos consideren un bien la descentralización en nacionalidades y regiones, incluso al extremo que ha sido llevada, no les falta razón para la reivindicación de la gobernanza, en un reino que llegó a adentrarse en territorios de Galicia, de Portugal, de Extremadura… No está de más el conocimiento de la historia de nuestro entorno, siempre que se mantenga una mirada universal, y en razón de ello cavilaba ante los hitos qué antiguo rey merecería para nosotros, los astorganos, un especial reconocimiento. Elegiría al monarca anterior a 910, fecha del traslado de Oviedo a León de la sede regia, Alfonso III, el Rey Grande en el “Episcopologio”. Gran estratega en la Reconquista, repoblador y fundamental para el cristianismo, el arte y la cultura. Sus restos mortales en el 910 fueron acogidos por el obispo Genadio (quien le fue tan esencial colaborador y consejero cercano); se verían acompañados dos años después con los de su esposa Ximena. Símbolo de su reinado es la “Arqueta” por ellos donada a este obispo, atesorada en el museo catedralicio.