SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Por mucho que el acervo popular ensalce al visionario, lo cierto es que, normalmente, el primero en ver algo, suele acabar en la hoguera. Giordano Bruno o Miguel Servet son dos ejemplos que acabaron achicharrados por adelantar lo que otros confirmaron un par de siglos más tarde. Y Galileo, porque se la envainó a tiempo, si no, hubiera acabado igual.
En estos días en que en León es noticia que se vayan a construir unas microviviendas para jóvenes cuyo diseño se ha confiado a un arquitecto bien relacionado en detrimento de otro, parece que con menos buenas relaciones, no he podido menos que acordarme de una señora de nombre María Antonia Trujillo.
Esta mujer fue ministra de vivienda en el primer gobierno de Zapatero y pretendió un diseño de política de vivienda donde bajo el nombre de “soluciones habitacionales” proponía apartamentos de 40 metros cuadrados para jóvenes, personas que viven solas e, incluso parejas sin hijos. Por estas y otras ideas, tachadas en su momento de ocurrencias, fue quemada en la pira pública de los medios de comunicación y de la política.
Hoy, en un mercado de vivienda dislocado por los alquileres turísticos, donde la joya no es un piso, sino una habitación, aquellos que juntaron leña y echaron la cerilla para ridiculizarla, se aplican a las iniciativas que menospreciaron.