J.J.A. PERANDONES – La tolva
Debe su nombre el barrio de Vinateros, en el distrito madrileño de Moratalaz, al hecho de haber sido vía de entrada del zumo de uva fermentado para parte de la ciudad, procedente de la cercanía y de La Mancha. Con anterioridad a ser incluido, a fines de los pasados 50, en el Plan de Urgencia Social, apenas estaba habitado, ramoneaban las ovejas y el Ejército poseía un campo de tiro. Por esta última razón el conjunto de manzanas que se adentran con patio central se denomina calle Pico de Artilleros. Al número 118 fue a parar Evaristo Fernández Blanco, nacido en la calle Carretas astorgana (hoy de Lorenzo Segura) en 1902, con su hijo Paco. Eran años, como todos los suyos desde la guerra, de penuria; entonces pianista concertador con las compañías de Celia Gámez y Nati Mistral. Fue José Antonio Carro Celada quien, en 1983, rescató a este gran compositor del 27 del olvido. Con la publicación de su biografía, extraída en el humilde piso, junto al retrato de su esposa Sara, tan pronto fallecida, y el Maristany con que compuso a los 14 años “El vals” para la obrita cómica “La estufa” de Magín Revillo y Gonzalo Goy. Viene siendo Madrid, para esta tierra, como la segunda patria chica, donde han descollado comerciantes, pescaderos, periodistas, literatos… Y el miércoles, 19, ha colocado una placa donde reza el nombre de don Evaristo y Generación, en la fachada de la que fue su vivienda. Se honra y nos honra.
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