SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Era previsible, y así lo vaticinó sin dotes adivinatorias, Enrique Ramos en estas mismas páginas: en el invento “descentralizado” de la fiesta de Villalar solo van a estar los críticos y los estómagos agradecidos.
Tal cual. La de este martes en León fue una de esas fiestas que mi vecino dice “cierran hasta las funerarias, porque se va la gente y si se muere, no se muere aquí”. Solamente desde un desconocimiento de la realidad social de León rayano en la idiocia profunda o bien desde unas ganas de provocar, se puede convocar semejante esperpento.
No se descarta que idiotas y provocadores reúnan ambas características en las mismas personas. A lo de León solo acudieron los “lexistas” que quieren dar la cencerrada y que hicieron el sacrificio de no largarse de puente y, en la trinchera de los palmeros, los estómagos agradecidos que siguen dependiendo en su sueldo de la Junta de Castilla y León. Y no hubo más: los unos provocaron y los otros respondieron a la provocación. Hubo hasta detenciones. Aquí; en el país de las subvenciones golfas a la minería, de la Perla Negra, de la trama eólica, de los basureros con bula medioambiental… la policía identifica a la gente por abuchear y quemar una falla de un castillo de cartón piedra.