La Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y contra la Violencia, ha renovado el “Panel de Igualdad”, situado a la entrada de la Biblioteca Municipal de Astorga. Con el lema: “2025 ¡Solo 365 días para disfrutar leyendo!”, lo dedica al placer de la lectura y lo que supone contar con una biblioteca pública en nuestra ciudad.
Entre los libros que nos hacen ver la importancia de las bibliotecas y de la lectura, destacamos los de Irene Vallejo y Ursula K. Le Guin.
Para Ursula K. Le Guin “Una biblioteca es un foco de atención, un lugar sagrado para una comunidad; y su carácter sagrado consiste en el hecho de ser accesible y pública”.
Irene Vallejo destaca el papel que juegan los libros en nuestra formación y su papel para interpretar el mundo de hoy. En su libro, Manifiesto por la lectura, dice: “Somos seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva. Los libros nos recuerdan, serenos y siempre dispuestos a desplegarse ante nuestros ojos, que la salud de las palabras enraíza en las editoriales, en las librerías, en los círculos de lecturas compartidas, en las bibliotecas, en las escuelas. Es allí donde imaginamos el futuro que nos une”.
La lectura nos acompaña a encontrar el sentido de la vida, uno de los libros recomendados en el Panel de Igualdad, es Ética para Celia, su autora, la filósofa Ana de Miguel, explica el motivo que la llevó a escribirlo: “Quería escribir algo para jóvenes desde hacía tiempo, pues, como profesora de Ética, un día me di cuenta de que se me había pasado el pequeño detalle de hablar sobre el sentido de la vida a mis hijos y pensé que si yo, que soy de filosofía, no lo había hecho, el resto seguramente tampoco…”
En España no fue hasta 1825 cuando se legisló y empezaron a crearse escuelas de primeras letras, de ello hace sólo dos siglos que se cumplirán el próximo 16 de febrero. Hasta entonces muy pocos sabían leer y faltaba mucho para que la mayoría de la población lo consiguiera. Esta norma de 1825 no era de aplicación a las niñas, a ellas se les enseñaba “las labores propias de su sexo, a saber: hacer calceta, cortar y coser las ropas comunes de uso, bordar y hacer encaje” y a las maestras de las escuelas de niñas no se les exigía que supiesen leer y escribir.
Ahora que sabemos leer y tenemos Biblioteca Pública, disfrutemos de la lectura.