La Virgen de la Valvanera, que preside el retablo del trascoro de la Catedral de Astorga, acaba de regresar a la Seo tras participar en la exposición “Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro” en el Museo del Prado donde además se ha consolidado y limpiado para la ocasión. Antes de regresar a su retablo, tal y como explicó el deán-presidente del Cabildo, F. Javier Gay, se ha decidido que esta talla policromada quede expuesta en la zona del trascoro para que astorganos y visitantes puedan apreciar la riqueza de sus detalles.

Gay detalló que el objetivo es “poder contemplar con nuevos ojos esta imagen que además está acompañada de un panel explicativo con todas sus curiosidades y un cuadro perteneciente a la Colección BBVA, un óleo sobre lienzo del primer tercio del siglo XVIII, que también refleja la imagen de esta Virgen”.

La Catedral de Astorga ha tenido entre su patrimonio devocional desde finales del siglo XVII esta representación de Nuestra Señora de Valvanera que no es más que una versión escultórica de la patrona de La Rioja, una escultura románica venerada en el monasterio benedictino de su nombre, de la que se hicieron reproducciones en escultura, pintura o estampa y que tendrá una amplia repercusión en todo el ámbito del mundo hispánico. Precisamente un obispo astorgano perteneciente a esta orden monástica, Diego de Silva y Pacheco, publicaba en 1665 la historia más importante sobre esta Virgen y, tal y como detalló el deán, “esas tuvieron que ser las razones para el encargo de esta obra en los últimos años del siglo XVII”.

La escultura muestra a la Virgen, según los códigos de su caracterización iconográfica, sentada sobre un águila, llevando en el regazo al Niño que gira el resto sin mirar de frente al espectador. Su policromía, plagada de detalles, está fechada en 1702 y ofrece todo un repertorio de cuidadas imitaciones textiles y representaciones figurativas entre las que aparecen la Piedad o San Cayetano. “El objetivo es que la obra, que estará expuesta hasta el 11 de abril, pueda ser admirada en todo su conjunto como ejemplo de género de extraordinario alcance”, afirmó F. Javier Gay que resaltó especialmente los detalles del manto, el águila de la parte trasera que “expresa elevación, Dios, fuerza y es símbolo de divinidad” y la figura del Niño que no mira a su madre que, según la tradición piadosa, “se debe a un sacrilegio que hizo que el Niño volviera la cara para no verlo”.

La empresa astorgana Proceso Arte 8 ha sido la encargada del seguimiento del estado de conservación de la obra antes de su partida al Museo del Prado y en su regreso, garantizando su buen estado. Luisa Castillo explicó que el proceso de conservación al que ha sido sometido la talla ha sido sencillo, centrado especialmente en la limpieza del polvo y la consolidación de la policromía para que “visualmente estuviera más completa, recuperando el color y la entonación cromática en algunas zonas”. Aunque la pieza requerirá un mayor tratamiento en el futuro, Castillo puso de relieve la gran cantidad de detalles que se aprecian en el vestido y el manto “dorados con pan de oro y después policromados mediante la técnica del estofado”.

Cuenta con motivos y decoraciones “muy valiosas” que normalmente no se aprecian al estar la escultura colocada en el retablo. Para acercar a los astorganos y visitantes esos múltiples detalles, se ha creado un panel explicativo en el que se da cuenta de las alusiones a la Piedad, San Cayetano, anagramas de Cristo y la Virgen María ya que estamos ante “una obra de gran riqueza y simbolismo que ahora se puede apreciar y disfrutar en todo su esplendor”, concluyó Luisa Castillo.
