PIEDRA DE AFILAR – Enrique Ramos
Aunque Broncano se descolgase como un mandril del anuncio de González Byass y Pedroche rizara el rizo de su extravagancia vestida de calostro materno, en la retransmisión de las campanadas de fin de año, los que creen que el uno es el epitome de la modernidad televisiva y la otra una vanguardista sin igual, lo seguirían defendiendo con la fe del carbonero.
Para, para ¿Qué es eso precisamente es lo que ha pasado? Me pinchas y no sangro. Al blanco/negro, Joselito/Belmonte o Barça/Madrid tan españoles ya le podemos sumar el Broncano/ Pedroche.
Es la prueba incontrovertible de que con la más mínima excusa somos capaces de alimentar la hoguera de la confrontación. Ya no se respeta ni la tregua de Navidad: ha habido cenas de Nochevieja familiares quebradas en la hora de comer las uvas porque en la tele del salón había que ver a una y los que querían ver al otro acabaron exiliados en la tele de la cocina y viceversa
A lo mejor dejábamos de ser tan imbéciles si las próximas uvas las comiéramos cada uno en nuestra plaza Mayor y no mirando a media docena de bufones explicando dónde puso los cuartos el cabreirés relojero Losada.