Pasando el puerto – M. A. Macía
La verdadera autonomía leonesa se está cociendo en el polígono de Villadangos. Por encima de declaraciones identitarias ancladas en lo sentimental -y por tanto volubles- el leonesismo de excel afila su garra en las cuatrocientas hectáreas industriales que configuran a Villadangos como la explanada logística vertebradora del noroeste. Parcela a parcela, y van tres ampliaciones, el secarral de encinas y tomillina blanca de ayer diversifica su actividad industrial transformándose en base de destacadas inversiones donde lo que menos preocupa es el borgoña de la bandera, su púrpura o sus gules. Donde se arraiga un sentir identitario industrial que comienza por población y acaba en riqueza, ambos aspectos esenciales para configurar cualquier autonomía. Incluso la leonesa. No son sólo cuatro naves angulosas para reparto de chándales o yogures. Es transformación de aluminio. Es fundición y hornos siderúrgicos. Un ramal ferroviario de mercancías. Es un León desconocido que merece girar desde la 120 para descubrir con sorpresa lo que allí se cuece. Donde ya es realidad lo que se aplaude en otros territorios. Sin manifiestos engolados, sin pendones ni algarabía. León alza el rabo en Villadangos.