Pasando el puerto – M.A.Macía
En realidad la nieve llega con el único objetivo de indicar con su presencia que el tiempo pasa. Es la forma natural que tiene el tiempo para llamar nuestra atención. En el silencio plomizo de lo cotidiano el tiempo se escurre sin que nadie se dé cuenta. Ayer, como quien dice, era navidad. En un pis pas los días serán largos y las flores pronunciarán primaveras. Se caerán abrigos, se recortarán las mangas y llegarán cerezas, moscas y enjambres. A toda prisa. Sino fuera por la nieve que obliga a detener la atención cada vez que cae podrían juntarse polvorones y gazpachos en el mismo plato. Evidentemente es una forma de hablar que ruego no salga de aquí. Ya bastante confusión ha provocado el helado de turrón rompiendo las barreras temporales de los sabores. La nieve es el último eslabón que nos cose con el tiempo de invierno siempre que aprovechemos para pisarla y comprobar, a toda prisa, que esta vez la huella es diferente a la anterior. Sin nieve, sin referente natural para el tiempo , tendríamos que suplir su ausencia por eso tan frío de los quinquenios, las legislaturas o los ejercicios contables. Inventos demasiado humanos y, en todo caso, derretidos antes de cuajar.