SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Hace unos tres lustros, Zapatero tuvo la idea de traer para León una de esas dotaciones gubernamentales, que, al menos, dan funcionarios y amortiguan la caída de población.
No era muy popular, porque al final, resulta que en España, a cualquiera que le pille un radar, le llega la notificación desde León… pero menos da una piedra.
Resulta que nos hemos enterado, yo al menos, que los trabajadores del Centro Estrada, que así se llama el «invento» no son funcionarios, sino que trabajan para una concesionaria que, como todas, aprieta al currante en la búsqueda de su beneficio. Y como se han cansado de ser apretados, se han puesto en huelga.
¡Albricias!, han pensado los conductores de este país: al fin una huelga que está bien vista por la población: no nos llegarán las notificaciones de multas por exceso de velocidad.
No corráis, que es peor, nos decía el maestro en la escuela. Las notificaciones llegarán. Quizás no a los dos días de haber cometido la infracción como ocurre cuando los empleados de Estrada están en sus puestos de trabajo y sí a los tres meses como llegan las de los ayuntamientos. Pero llegarán. Los vaticinios tienen tanta más probabilidad de cumplirse cuanto peores son porque esta huelga no durará siempre