Pasando el puerto – M. A. Macía
Es sonrojante que los conductores hayamos asumido el pago del peaje entre Astorga y León como otra maldición de la provincia. Los 46 kilómetros de la vergüenza que comunican la nada con el vacío siguen sin encontrar justificación y penalizan el trasporte en esta esquina del mapa. La autopista y sus barreras que sólo entienden el lenguaje de los euros es el único recorrido digno en la circulación a través de León y, en contra de las inversiones y del estado regional, es un recorrido de pago. Pero León, como el buey que sigue pastando aunque caigan bombas a su lado, asiste impasible al abuso del peaje dando con el silencio conformidad al atraco. El peaje entre León y Astorga es una vergüenza. Un ejemplo de la presión injustificada y de la desigualdad entre territorios que ahora parece identificarse como rasgo progresista. En otros territorios se han levantado barreras antes del vencimiento de las cesiones -rescates lo llaman, como si alguien estuviera preso- por obra y gracia del juego de las mayorías. Aquí, en minoría recalcitrante, continuamos soportando en silencio las cabinas del pago o la alternativa del paso por poblaciones en una carretera peligrosa y compartida con el Camino de Santiago. El peaje había que ponérselo a todos los silentes que no reclaman su justa eliminación.