PIEDRA DE AFILAR – Enrique Ramos
Vuelven a martillear, como lleva ocurriendo desde hace 20 años, los medios provinciales, con la “inminente” puesta en servicio, con el correspondiente cierre de su boca, del embalse de Villagatón. Como en el cuento de Pedro y el lobo, el pastorcillo que clamaba por aburrimiento alertando de un lobo que nunca llegaba… hasta que una vez fue verdad y llegó. Como ya no le creía nadie, se acabó comiendo sus ovejas.
Con Villagatón pasa lo mismo: le han contado a los periodistas tantas veces como tantas veces se lo han creído repitiendo cual aves prensoras, que esta vez sí; que ese monumento a la desidia que costó mil millones de pesetas de 1991 a la Junta de Castilla y León (prodigio de gestión donde las haya), va a cerrarse y embalsar sus cuatro hectómetros para poder regar más en la cuenca del Tuerto. Y como nunca ha ocurrido, tampoco esta vez se lo acaba de creer nadie.
Si esta vez es que sí, estaremos ante la evidencia palmaria de que la burocracia de este gobierno autonómico de opereta que lleva cuarenta años haciéndonos menos y más pobres a esta provincia es una profunda rémora: hemos sido capaces de hacer lo caro (el hormigón), pero nos hemos empantanado (nunca mejor dicho) en los papeles.