Pasando el puerto – M. A. Macía
Una agencia canaria ha certificado varios rincones de Truchas como espacio preferente para disfrutar con el espectáculo estelar que cada noche ofrece el firmamento. La combinación de altitud y la ausencia de contaminación lumínica, que así se denominan las farolas que impiden ver el cielo, distinguen la noche del territorio cabreirés. Calma absoluta y las estrellas casi en la palma de la mano. Gratis. Porque desde la falda del Teleno las estrellas están más cerca y el cielo que alumbró a tantas generaciones sigue siendo admirable. Pero es inevitable enfrentarse a esta aparente buena noticia sin valorar el precio que se ha pagado en forma de abandono. Si Truchas, como casi toda la provincia, fuera el polo de actividad y desarrollo preeminente que podría haber sido también brillarían las estrellas, aunque no hubiera desde dónde disfrutarlas. Si estuviera plagado de calles, polígonos, algún aeropuerto y puntos de luz soportando frenética actividad no habría tiempo para observar constelaciones. Si Truchas fuera el territorio que imaginaron los desarrollistas que anunciaban crecimientos lineales para todos los municipios recibiría inversiones para crecer sin freno y multiplicarse y tener más y producir el doble. Si esa fuera la realidad podría plantearse, incluso, inaugurar un rotundo planetario donde disfrutar de las estrellas. Un planetario mejor que el de Madrid. Pagando entrada, claro.