Pasando el puerto – M. A. Macía
Aquel dúo que formaron Tip y Coll en los ochenta puso de moda unos desencajados diálogos donde se retorcía el lenguaje provocando hilarantes situaciones por el absurdo de sus respuestas y sus no menos ilógicas preguntas. Con poca vergüenza, una jarra y un vaso recreaban conversaciones en francés que, en segundos, se convertían en mofas nacionales. O en contraste con la funesta apariencia de sus trajes de enterrador construían un humor exuberante por imaginativo y loco. En uno de sus juegos de palabras retorcían el refrán que otorga consentimiento a quien calla, mentando a esta ciudad. Exclamaban que quien calla, Astorga. Un forzado parónimo que presupone aceptación por la vía del mutis. Si, como se ha predicado desde sede municipal, en 2019 ya se tuvo noticia del maloliente asunto de los lodos sin alegar nada excepto el silencio caiga sobre aquellos la tralla por su trágala. Con las mismas, no se puede justificar ahora un nuevo insano ejercicio de repetición de aquel silencio de entonces. Los lodos no convienen a nadie que ame a esta tierra ni son futuro ni esperanza. No cabe repetir el refrán de que quien calla, Astorga. Sólo en boca de Tip y Coll sonaba inteligente. Ahora, conduce al llanto.