SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Corre el desánimo entre las gentes que transitan por la calle, madrugan a sus quehaceres o gozan de su jubilación más o menos merecida: ¿Qué a un ex ministro le sale un divieso llamado Koldo en su reputación? A una presidenta de comunidad le sale un novio aguililla para los negocios a cuenta del prójimo con la rara habilidad de amasar millones eludiendo a Hacienda; sabiendo todos, por supuesto, que su prima de Zumosol no tiene nada que ver en el asunto.
Y así, unos estercolan la reputación de los demás creyendo que un mal olor tapa el otro. Y no, el hedor es doble.
Para lo único que sirve esto es para que volvamos a oír el sonsonete de «si son todos iguales» que no es sino el germen de la dictadura bajo el pensamiento perverso de «si, total, me van a robar quien quiera que esté, que ni siquiera me molesten con elecciones».
Es su coartada: la misma del que le pillan robando 50 millones y recrimina al que hace las fotocopias para la clase de su hijo en el trabajo: «cada uno robamos a nuestra escala: yo he robado cincuenta millones porque los tenía a mi alcance, y tú fotocopias porque es a lo que llegas».
Y no, miren. Aceptar esos argumentos es un triunfo de los que siempre se llevan los 50 millones y, sobre todo, no distinguir un plato de moscas de una mosca en el plato.