SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
…es trabajar para ningún. Esa frase, muy repetida por mi padre y sus vecinos en la lejana (más en tiempo que en distancia) Omaña de los años 60 del siglo pasado, condensa en ocho palabras la mentalidad individualista que tradicionalmente ha sacudido esta tierra. Podemos romantizar aquella idea de los concejos y las hacenderas con el personal deslomándose a mayor beneficio de la colectividad, pero no nos engañemos: uno siempre se deslomaba más cuando se trabajaba en el camino que conducía a su finca o en la acequia que iba a regar su parcela.
He vuelto a recordar aquella frase lapidaria de mi padre y sus coetáneos ante la noticia de los ganaderos que se han quedado sin camión que les recoja la leche porque uno de los sueños cooperativistas del mundo agropecuario de la provincia se disuelve. Más allá de que esos ganaderos encuentren una solución, momentánea o duradera, a su problema, su situación ha puesto en los medios de comunicación que la cooperativa Lar, con sede en Veguellina, con unos 300 cooperativistas, está al borde del KO. El proyecto que pretendía que el valor añadido de lo producido quedase en manos de los ganaderos y agricultores de esta provincia, ha acabado en otro fiasco porque nos cuesta mucho caminar juntos.