SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Hace muchos años casi 30, en un viaje a Roma, me sorprendió el uso de transporte público que tenía mucha gente: casi todo el mundo tenía su título de viajes, normalmente un abono, pero subía al tranvía o al bus, y no lo validaba. Solo cuando un inspector uniformado aparecía en el vehículo, una turba de gente se lanzaba sobre la validadora para “picar billete”.
Un familiar que vivía allí me explicaba que la municipalidad de Roma sabía aquel uso fraudulento, pero que lo toleraba porque era más gestionable para la ciudad regalar el transporte público que saturar más de tráfico privado unas calles ya en aquel momento imposibles.
He pensado que en algo parecido debe andar el Gobierno de España: “regala” viajes en tren y autobús a quienes quieren usarlo; una fianza que en el caso de un autobús Madrid-León es menos que el coste de dos billetes aislados y un compromiso de uso de un número mínimo de viajes.
Pero da igual, porque como decimos, solo dos viajes que se hagan, ya enjugan con creces el precio de la fianza; pero además, si se hacen más del número mínimo, se devuelve íntegra.
No lo entiendo bien ¿A quién se le regalan esos viajes? ¿A los usuarios? ¿O más bien la operadora de esa ruta de autobús o de tren? ¿Con dinero de todos pagamos la “romería” de quien tiene tiempo y ganas de viajar?