J.J.A. PERANDONES – La tolva
Los monumentos se asientan en un espacio, que merece ser cuidado, para realzarlos; y así ha sucedido, con menor o mayor fortuna, en ese corredor de Astorga desde Puerta Sol al ábside de la catedral, en el que se alternan plazas y calles, con enlosados, fuentes, esculturas y miradores. No ha corrido tal suerte el último tramo, el espigón conformado por una planicie arbolada, propiedad del Cabildo, y la calle que, tras negociación entre los capitulares y ediles, pasó a dominio público en 1894, cinco años después de derruidos el arco y muralla de la Puerta de Hierro que delimitaba su final. Por primera vez esta zona monumental, hacia el norte, es decir, la continuidad del ábside catedralicio en la sacristía neoclásica y el archivo, merece una actuación pensada, que prevé unas óptimas redes de saneamiento y abastecimiento; y, al tiempo, una panorámica poderosa, compartida con el palacio. El Ayuntamiento acaba de finalizar la remodelación de la calle (que lleva el nombre del obispo Mérida), con la conservación soterrada y testimonio, sobre el solado, de la antigua muralla y Puerta de Hierro. Ahora compete al Cabildo, que ha retirado la desafortunada plantación a voleo de los años 70, solventar los problemas de filtraciones y ajardinar con criterio la planicie. Ávidos estamos por constatar un acierto más en esa constancia de rehabilitar y engrandecer el primer templo diocesano y su entorno.