SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Líbreme Dios, o quien sea, de tener una opinión estético-artística y mucho menos moral o ética sobre el tema de este trimestre: un cartel de Semana Santa, nada menos que de Sevilla, que reproduce de modo naturalista y para algunos excesivamente carnal a un Resucitado que parece ser procesiona en la Pascua por las calles de la capital andaluza.
Y decía que no voy a hacer juicios de valor, pero sí los voy a hacer semánticos. El cartel en cuestión es el tema de conversación de barras de bar, peluquerías de señora y caballero y, sobre todo, de redes sociales. Si lo que se busca de un cartel es impacto y que la gente referencie claramente el evento que anuncia, lo ha conseguido con creces. No recuerdo otro que haya conseguido tanta crítica, a favor y en contra.
La prensa leonesa ha recordado otro que también tuvo su miga: la pantorrilla enfundada en media negra de una manola acompañando una procesión.
Y me han evocado otro, este de Astorga: en 2006 un cartel minimalista de inspiración daliniana que proyectaba la sombra de una cruz sobre un fondo blanco inmaculado quiso ser visto por algunos como una cruz invertida, símbolo del Anticristo. Como con la manola y el Resucitado de Sevilla, lo que quedó claro es que hablaron de ellos. Aunque fuera bien.