PIEDRA DE AFILAR – Enrique Ramos
Se acaba de ir la fiesta de la Comunidad Autónoma con más ruido mediático que festivo.
Más allá de que a los prebostes de la Junta les viniera como anillo al dedo el luto por el Papa para no acudir a sitios donde, en el mejor de los casos los ignoran y en el peor les abuchean, ha habido dos tipos de citas multitudinarias: Villalar, que cuando no va la Junta y se la queda toda para sí el rojerío andante destila la nostalgia de grifa y tintorro pero sin guardia civil vigilante de los años 70; y sobre todo, los conciertos: música popular pagada a pelo de conejo como si fueran la sinfónica de Berlín; miles de personas oyendo sin tener que pagar… directamente en una provincia que languidece. En la ecuación de la plebe romana tenemos el circo pero cada vez falta más pan. Chorizos no. De eso tenemos.
