SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Vaya por delante, que yo, como mucha gente, pienso que este país habría progresado más sin reyes, incluyendo a los últimos. Pero el anuncio de la presidenta electa de México no invitando al jefe del Estado de España a su toma de posesión “por no haber pedido perdón por lo ocurrido durante la conquista y colonización” de Mesoamérica, roza el delirium tremens.
Enternece ver a una nieta de judíos askenazíes lituanos emigrados a México huyendo de los pogromos en su país natal en los años 20 del siglo pasado, abanderar la causa de la población indígena. Quizás habría que decirle que si no hubiera habido una colonización occidental 400 años antes, sus abuelos no habrían tenido México lindo y querido al que emigrar. Pero además, a la señora Sheinbaum hay que recordarle que toda la historia construida sobre la mitología del indigenismo, piedra angular de la identidad de su país, es igual de falsa que las de los demás. Si lo sabré yo, que soy español y leonés. Sin los mayas, que vieron en la alianza con españoles con caballos y arcabuces la oportunidad de liberarse del cruel yugo azteca de impuestos de sangre en forma de sacrificios humanos, un puñado de piojosos extremeños no habría pasado de las playas del Caribe.
Y lo que ya es de aurora boreal es ver a buena parte de la izquierda española embutida en trajes de marca corear la majadería de Sheinbaum porque no se atreven a hacerlo en primera persona.