SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
El presidente de Estados Unidos, que a la hora que escribo estas líneas toma posesión de su condición de tal por segunda vez en su vida, ya ocupa el famoso “Despacho Oval”, el rincón de la Casa Blanca que concentra el mayor poder del mundo.
A Trump le festejan y le temen por igual partidarios y detractores. Desde aquí ya aviso a unos y a otros, que todo no va a poder ser: o la contracción geopolítica haciendo “América grande otra vez” o la expansión globalista afirmada en su complejo industrial-militar; o la potenciación de la automoción de combustión o los guiños a su monaguillo Elon Musk y sus coches eléctricos Tesla. Si expulsa a todos los inmigrantes ilegales ¿quién pondrá las hamburguesas y recogerá las naranjas de California? Si grava con aranceles todo producto extranjero ¿cómo va a suministrar de componentes a su industria? Si los productos agrarios importados se encarecen por esos aranceles ¿cómo piensa sujetar la inflación?
Pero Trump no está solo. En esa Internacional Cuñada que le jalea, tiene sorprendentes hinchas. Santiago Abascal, el único español al que han invitado, aunque sea al gallinero ¿sabe cómo va a explicar que su amiguito del alma ponga trabas al aceite o al vino español? Quizás sí. Un cuñado hablando para cuñados siempre tendrá claque.