SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Cuando escribo esto se están acabando los juegos olímpicos de París y la expectativa de veintitantas medallas para la representación española que manejaban informadores y observadores de la cosa deportiva, no se ha cumplido ni de lejos. Y eso que cada vez nos lo ponen más fácil. En Barcelona 92 había 22 especialidades olímpicas; en París 24 había 32. Para colmo, una de las potencias deportivas planetarias, Rusia, no concurrió por las sanciones a raíz de su intervención en Ucrania. Pues ni por esas hemos llegado a superar las 20 medallas.
España ha quedado 15ª en el medallero, que es también el puesto del país en PIB per cápita en relación al resto del mundo. O sea, que esto viene a ser como la liga española de fútbol: ganan casi siempre el Real Madrid y el Barcelona porque son los que tienen más presupuesto aunque alguna vez asome una tercera opción como ha ocurrido con Uzbekistán, 13º en el medallero gracias a su potencia en los deportes de combate. Pero lo habitual es que EE.UU, China, Alemania, Australia, Japón o el Reino Unido, se lo lleven “crudo” por más que nos conmueva esa excepción de un etíope ganando el maratón.
No hay cuento de la lechera que valga: en el deporte somos lo que somos en el concierto internacional. Una medianía.