PIEDRA DE AFILAR – Enrique Ramos
Pasó lo que nos decían que era imposible que pasara: un apagón generalizado. Tan generalizado, que al principio el mundo del bulo en el que vivimos decía primero que era europeo y después incluso americano.
De primeras, fastidio, después, preocupación y a partir de la tercera hora sin fluido eléctrico, nuestros peores fantasmas volvieron a planear sobre la sociedad. El «sálvese quien pueda» acaparador que tenemos en lo profundo de nuestro cerebro (al que le quede algo) acudió a los supermercados abiertos, a las panaderías y a cualquier tienda que expidiera cosas de comer y de limpiar como si preparasen el armagedón bíblico. Y es que nos vale un sustito para sacar lo peor de nosotros
