Pasando el puerto – Marco A. Macía
Es complicado determinar cuáles son las diferencias entre un pueblo grande y una ciudad pequeña. Sutiles matices. Como la difícil respuesta a dónde acaban los barrios o en qué punto preciso empieza el centro. Hay quien apunta que la disponibilidad de servicios es la diferencia mayor, pero la diversidad es confusa y existen pueblones con más recursos que ciudades y viceversa. Otros consideran que una ciudad debe tener alcalde, obispo, gobernador civil, jefe de estación y comandante, componentes innegables para configurar una procesión decimonónica pero dudosos a la hora de categorizar poblaciones. Los materialistas que creen en el dinero consideran que en las ciudades hay mucho y en los pueblos poco, cuando sobran ejemplos de colchones gordos bajo espaldas pueblerinas y finas esterillas, tiesas de pura apariencia, bajo ciudadanos ilustres. En todo caso y por ir acabando, existe consenso mundial en que una ciudad para serlo debe disponer de banda de música. Y periódico local, apunto yo. Astorga, para su tranquilidad, tiene ambos y, desde ayer el arpa abierta con su corchete al viento es un bienvenido y necesario reconocimiento municipal a los músicos que hacen grande a la ciudad. Se compre en la red o en el polígono maragato.