Juan José Alonso Perandones – La Tolva
Viniendo de Santiagomillas, a 3 km de Astorga, antes de sorprenderte con esa visión horizontal de la ciudad en la que las torres catedralicias despuntan en un remanso de techumbres, un letrero, Contenedores del Tuerto, te avisa de que en su loma se almacenan todo tipo de desechos: áridos, materiales de derribo, plásticos… Se trata de una empresa de recepción de residuos, a la que acuden los constructores de esta zona. Hoy en día, la eliminación del desescombro cuesta un potosí, pues el promotor, además de presentar aval en el Ayuntamiento, debe entregar los justificantes de haber resuelto su reciclaje. Alberga el paraje de El Sierro toneladas de escombros, hoy imperceptibles, pues el Ayuntamiento ejecutó hace unos años su sellado. Igualmente procedió en Valle Oscuro, con el antiguo vertedero de basura. Hubo un tiempo en el que nuestras llanuras y lontananzas estaban inmaculadas, pues era costumbre el reutilizar los materiales. Así sucedió con los sillares y el mármol romanos, y desde 1837 y siguientes décadas con el rebaje de las murallas y demolición de sus arcos. La labor del desmontaje del antiguo atrio catedralicio, 1859 / 1864, no pudo ser más provechoso: el Ayuntamiento compró al Cabildo los caballetes de la pared por 1000 reales, a los que añadió 2500 para el arreglo de la aledaña plazuela, y la iglesia de San Francisco se vio beneficiada de las antiguas losas para su presbiterio. Eran otros tiempos.