Ricardo Magaz – La Espada y la Pluma
La antigua Ley de vagos y maleantes, apodada popularmente la “Gandula”, fue una legislación española que nació con la República en 1933, sirvió a la dictadura que la rebautizó en 1970 como Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, y, finalmente murió con la venida de la democracia en 1978.
La Ley de vagos y maleantes se promulgó con el objetivo de mantener el control sobre la población y perseguir a aquellos individuos considerados socialmente indeseables. Su enfoque amplio e impreciso en la definición de conductas a reprimir permitía la detención y encarcelamiento de personas sin necesidad de que hubieran cometido un delito específico. Bajo esta legislación, se perseguía a personas señaladas como antisociales y a quienes tenían una apariencia o comportamiento considerados fuera de la norma: “vagos”, “maleantes”, “mendigos”, “homosexuales”…
La “Gandula” fue utilizada por la Segunda República y luego por el franquismo como una herramienta de represión política y social, especialmente en la dictadura, para controlar y castigar a aquellos que eran sospechosos de “holgazanería”, “amoralidad”, “sodomía”, “indigencia”, “gandulería” o “desafección” con el régimen.
Lógicamente, esta ley fue muy criticada por su arbitrariedad y su falta de respeto a los derechos fundamentales. Miles de personas fueron detenidas y encarceladas sin haber cometido ningún delito real.
Con la llegada de la democracia y la aprobación de la Constitución de 1978, la “Gandula”, en sus dos versiones, Ley de vagos y maleantes y Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, fue finalmente derogada.